martes, 30 de septiembre de 2008

Poesía callejera

Detesto lo chabacano y callejero. Aborrezco el vandalismo (que siempre es gratuito) y a sus autores. Pero adoro el arte y todo lo que me hace sentir algo, todo lo que me mueve un resorte que me hace sonreír de repente sin querer. Todas las pequeñas cosas que hacen único un momento, que me hacen sentir bien instantáneamente y pensar en algo diferente por un minuto. No soy capaz de expresar en palabras las ganas de vivir que me transmiten esos detalles diminutos, casi imperceptibles para cualquiera que no esté muy atento a la vida que se desarrolla a su alrededor. Y, aunque estoy segura de que muchos de ellos se me escapan, los que descubro hacen que un día entero valga más la pena.

Podría poner muchos ejemplos. Aquí van los dos que últimamente más me han cautivado.
El primero está en Salamanca, justo al lado de uno de mis rincones favoritos, el Patio Chico.


Éste otro lo encontré la semana pasada en un autobús que me traía de alguna parte. Una pegatina de Cosmopoética en un cristal. No pude hacerle foto pero así también queda bonito:

Es de Cristina Peri Rossi, a la que espero que no importe que su poesía me haya emocionado tanto como para reproducirla sin su consentimiento.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Malos tiempos para la lírica

Y, aunque me parece que hace media vida de esto, aun sonrío al recordar los lunes y los martes. El jazz, el amapola, el soul y el mirador. Y todo lo demás. Y me encanta pensar que lo mejor de mi trabajo han sido y son las personas que me he encontrado sin planearlo, casi sin quererlo.


No sé por qué surgió esto ni por qué no me lo borré hasta la tarde siguiente. Pone "Basta que alguien me piense para ser un recuerdo"

sábado, 6 de septiembre de 2008

Melancolía

Es 6 de septiembre y parece 6 de diciembre. Me he despertado envuelta en una mañana fría y lluviosa que ha dado paso a una tarde no muy diferente. Por la ventana abierta entra aire mojado. Las expectativas para la noche prometen, pero, hasta entonces, me voy a permitir el lujo de ponerme un poquito melancólica, de estar callada, de escucharme un poco y mimarme otro tanto. Y, así, de repente, en este ambiente melancólico, se me ha ocurrido que podría ser una buena idea poner en el blog una foto. La primera y la última que pondré. Mi primera foto.

sábado, 23 de agosto de 2008

A mi ordenador no le gusta Tuenti

Es un hecho empírico y comprobado. A él sólo le gusta Facebook. No sé, le tendrá cariño. Por algo con caralibro llevo ya más de un año y con Tuenti sólo 10 días. Será que lo considera el hermano español pobre y chabacano. He intentado subir una foto para el perfil no menos de 3 veces, pero mi ordenador no quiere cargarlas (en plural, porque lo he intentado con varias). Intento encontrar a mis contactos de mesenger gracias a ese gracioso link que está inserto en la página y es cuando mi ordenador dice basta. ¿Qué tú vas a buscar gente para agregarla? Ni de broma, vaya. Ahora mismo te meto un aviso de error con una referencia de siete cifras y cinco letras y te cierro todas las ventanas de internet. Y punto.
En fin... que no me queda otra que rendirme a la evidencia. Lo que me planteo es: en estos momentos de dudas y decisiones vitales, ¿no será que mi ordenador pretende decirme algo decantándose por la red social de Estados Unidos y pasando de la española? No sé, no sé...



viernes, 1 de agosto de 2008

Querida vecina:

Si usted me conociera, me querría. Pero como no tiene la suerte de conocerme sólo puede juzgarme en base a criterios bastante más profanos que se ven afectados (con la consiguiente alteración de la realidad que ello supone) por su síndrome de Diógenes. Si le molesta el ruido de las cañerías cuando abro el grifo del agua fría para enjuagar los platos porque se me cae la piel a tiras con la caliente, con gusto le daría el teléfono de mi casero para que le remitiera a él las protestas. Quizá a usted le haga caso y envíe a alguien a arreglarlo. Si las paredes son de papel de fumar haga usted el favor de denunciar a la constructora. Usted y yo podríamos haber sido como la Campos y Rociíto, manteniendo conversaciones insustanciales a la vera de los cordeles de la ropa. Pero no. Un buen día usted decidió empezar a golpear la pared cada vez que algo no era de su absoluto agrado y una, que es una moza formal, bajaba la voz hasta el susurro pese a estar en su casa y se pelaba las manos con el agua hirviendo por tal de no molestar al abrir el grifo de la fría.
Pero otro buen día usted se creció. No la culpo por ello. Yo también me crecería frente a quien se plegara a mi voluntad. Usted hacía y deshacía mi vida con sus golpes en la pared. Organizaba mis ritmos vitales con su mala leche hecha percusión... Pero el caso es que se creció. Y un buen día me llamó "bruja". Y eso sí que no. Por ahí no paso. Que una es servil y está dispuesta a no ver la tele y a pelarse las manos pero no tolera insultos. Sólo faltaría. Y desde entonces mi vida es un poco más divertida y creo que la suya es algo más taciturna. Tampoco la culpo. Si alguien me hubiera respondido (siempre a través de la pared, por supuesto) tal como yo lo hice con usted ese día, yo también tendría miedo. Pero de algo ha servido, pues ahora parece que las cañerías no molestan ni disgustan las conversaciones telefónicas a las 2 de la mañana. Y, ¿sabe qué? Si le molestan cumpla con sus amenazas que llegan a a mi humilde hogar apagadas por el ladrillo y llame a la policía para que nos riamos (de usted) un rato.
Lo que pudo ser y no fue... Ya nunca nos hablaremos sino a través del anoréxico muro cual Melibeas con sus enamorados.
Y, no se crea, iría a la puerta de su casa a escupirle mi desprecio y mis argumentos a la cara (por ese orden) si no fuera porque temo que me arroje o, peor, que me persiga por el pasillo arrojándome uno o varios de los 27 gatos que, en mi imaginación, habitan su hogar.
Un saludo de la vecina del 118

sábado, 10 de mayo de 2008

Cosas que estoy aprendiendo en Costa Rica

Que a "gracias" siempre se contesta "con mucho gusto" aunque no hayas hecho nada de interés y hayas mirado con cara de asco a quien te pregunta. Que cualquier hora es la hora del pollazo. Que en recorrer 50 km en autobús se tardan 5 horas. Que absolutamente a cualquier comida o plato se le deben añadir arroz y frijoles. Que un trayecto de bus en la ciudad vale 20 céntimos. Que cuando tenga coche será una ranchera para recoger autoestopistas necesitados. Que se puede ser amante de la naturaleza, de todos los bichos que la pueblan y vegetariano yendo de matanza y comiendo chuletas. Que siempre es un buen momento para hablar con un desconocido. Que los ticos odian a los nicas. Que se pueden tener más de 5000 euros al mes y no tener dinero para comprar yogures.

Todo eso y muchas otras cosas que ya iré contando cuando vuelva a España.

lunes, 10 de marzo de 2008

Otra foto de la vergüenza

Hoy más que nunca podría disertar durante páginas y más páginas de lo acaecido ayer en la jornada electoral. Pero hoy, más que nunca, me voy a contener. Si jugamos a la democracia, jugamos todos, ¿no? No caeré en el error de poner peros. No hay peros que valgan. No hablaré de la ley electoral y de la circunscripción provincial que deja a UPD con una diputada teniendo más votos que el PNV, que consigue 6 representantes en el hemiciclo. Nada diré de los orgasmos democráticos de Pedro Zerolo, que los majaderos ya se retratan muy bien ellos solitos. No seré yo quien diga nada de la nueva victoria del cacique don Manuel, que le dejan la puerta abierta a otros 4 años –con los que cumplirá 20- de seguir llenándose el bolsillo a costa de la región más cutre y soleada de la península (por mucho que a los andaluces nos guste mirar a la Mancha y a Extremadura para consolarnos). No haré mención a la niña, socialista, de Rajoy. Y, menos que nada, Dios me libre, haré leña del árbol caído diciendo algo así como que lo que no consiguió un dictador en 40 años, lo ha conseguido Gaspar Llamazares: acabar con la izquierda.

Pero, mire usted por donde, no me voy a callar. Me estoy calentando. Mis principios me están contrayendo el estomago, lo cual me produce asco y arcadas, para recordarme que hay algo que sí tengo que escribir. Esa misma sensación de nausea fue la que sentí ayer al ver en Ferraz junto al ganador de las elecciones, jaleándolo y abrazándolo, a un grupo de gente a los que se denomina artistas en un ejercicio de carencia absoluta de vocabulario y terrible concepción del arte. Si Buonarotti levantara la cabeza… Ni siquiera soy capaz de expresar mi repulsión y no creo elegante repetir aquí lo que le dije ayer al tele al verlos. Indignos e incoherentes es lo más suave que se me ocurre. La falta de memoria para los errores propios o de aquellos con los que simpatizamos es, sin duda, uno de los pecados favoritos del español. ¿Dónde estaban todos esos hace 10 años? Creo recordar que cantando la internacional de la mano del gran Julio Anguita. Ahora ya son más moderados, más centristas si hay que serlo. Y es que, claro, el canon hace mucho. Son ustedes unos untados, señores. Sí, sí. Unos untados, unos veletas, unos miserables. Qué bonito es decir que se es de izquierdas y abogar por la predistribución de la riqueza cuando se nada en billetes cual tío Gilito. Qué falsa dignidad vendéis los que en la calle ponéis el puño en alto y en casa os ponéis un Armani para ir a la reunión de la directiva de la SGAE, de la que sois miembros desde hace años. Todo mi desprecio para vosotros, escoria. Dejad de manchar el nombre del arte.

martes, 4 de marzo de 2008

Perdón, me he emocionado

Increible como el término “emocionarse” ha eclipsado, desplazado y anulado completamente al hecho de llorar a moco tendido. Incluso ha podido con el nunca suficientemente socorrido “se me han saltado las lagrimas”.

Vamos a ver, hijos míos. Emociones son todas: desde partirte de la risa hasta acordarse de la puñetera madre de Rita la Cantaora pasando por todas las demás. Pero no. Emocionarse es llorar como una posesa, sobre todo si estás en algún tipo de reality y te ponen la voz de tu madre en off.

miércoles, 20 de febrero de 2008

El fin está cerca (para quien sepa inglés ya llegó)

Mañana, por si alguien aún no lo sabe, (será portada de telediario, te lo digo yo) sale a la venta en España el séptimo y ultimo libro de Harry Potter. Y, sí, con la popularidad que me caracteriza, ya me lo he leído. Lo hice este verano. No encuadernado y súper mono como lo venden mañana sino en forma de más de 700 folios sueltos que iba sacando cuidadosamente de una bolsa de papel de Springfield y metiendo con más cuidado si cabe en otra de semejantes características. El desorden sería la hecatombe. Y, bueno, qué decir. Que me encanta. Todo el universo harrypottertiano, con sus muchos personajes, sus hechizos, sus lugares, sus magos fundadores, las casas, Hogwarts... Todo. Me encanta, me encanta. ¿Lo digo otra vez? ¡Me encantan! Me jarté (con “j”. La “h” se queda corta) de llorar con los últimos. Es la única serie de libros que he leído entera (honor que comparte con la trilogía de El Médico, de Noah Gordon) pero, paradojas de la vida, no tengo en mi poder ni uno solo de los ejemplares. No he comprado ninguno. Por eso, si alguna vez me caso, lo primero que pondré en la lista de bodas es la serie completa. En inglés y en español. Y si tengo hijos se los leeré por las noches.

He de confesar que vi la primera película antes de leer el primer libro. Nunca mais. Aún así la película me enganchó. Seamos sinceros, por Dios, ¿Quién no quiere ser mago y llevar túnica y tener una varita? Yo, por supuesto. Y si encima vives en ese pedazo de castillo y te ponen la comida delante todos los días ya me muero, vamos.


Si tuviera a J.K Rowling delante y sombrero puesto, me lo quitaría. Esa mujer que una Nochevieja, por no tener ganas de ver “El hombre que pudo reinar” se puso a escribir. Y mírala. Ahí la tienes. La escritora de más éxito del mundo. Más dinero que la reina de Inglaterra. Metiendo el gusanillo de la lectura a millones de futuros adultos en todo el mundo. Ole tú, nena. Y lo mismo es que yo soy muy inculta o muy joven pero ¿Cuándo se han hecho colas de horas de espera o se ha dormido en la calle para comprar libros, como pasa con Harry? ¿Cuándo otro libro ha sido capaz de encajar un carrito de equipajes en medio de una pared en un edificio histórico como han hecho en el andén 9 y ¾ en King’s Cross?

Los únicos de esta historia que me dan pena son los pobres actores de la saga, que no se quitarán el sambenito de ser Harry, Ron y Hermione en la vida y de los que esperamos que en el show de Jay Leno saquen una varita y a golpe de Wingardum Leviosa levanten la mesa pero claro, la realidad no supera la ficción. Y en este caso, menos aún.

jueves, 14 de febrero de 2008

Siempre los cariñitos me han parecido una mariconez...




... que dijo ese gran hombre en los '80. Y,
sin embargo,

me encantaría que un día, mejor si no es 14
de febrero

me despertaran con un ramo de rosas de

esos que no se ve al que va detrás y lo
lleva... No necesariamente
rojas.
PD: el 12 de abril, el 7 de julio y el 19 de septiembre
siempre me han parecido fechas mucho más
elegantes y distinguidas, no sé por qué.

martes, 12 de febrero de 2008

Situaciones inverosímiles.

Muchas veces me sorprendo de que me pasen ciertas cosas y tener que recurrir a esa gran frase de “lo que no me pase a mí no le pasa a nadie”. Cosas como quedarme encerrada en el cuarto de baño de un hotel de 4 estrellas y tener que esperar a que el de mantenimiento venga de su casa, encontrarme la puerta de mi casa literalmente llena de mierda… Cosas así. Pero, sin duda, son las situaciones cotidianas las que más me tocan la fibra. Ojiplática me quedo. Descompuesta, petrificada. Hoy ha sido día grande. Dos historias más en mi haber personal.

SITUACIÓN A (interior de una copistería. Fila de clientes esperando ser atendidos. Dos amigas y yo las primeras. Señor setentón de chaqueta de cuadritos marrón –estas típicas de abuelo, sabéis cuales son, ¿verdad?- y tos estertórica justo detrás. La tercera en la cola una abuela –supongo… todas tienen nietos- también septuagenaria de abrigo hasta la rodilla de muletón marrón, bolso al codo y pañuelo de tela en la mano)

Dependiente: ¡siguiente!
Yo: sí, soy yo. Quería copia de esto. (Lo coge y se va hacia la máquina)
Otro dependiente: ¿quien va ahora?
El señor: pues creo que yo… Señorita… (Refiriéndose a mí que, claro, no me doy por aludida con ese apelativo) ¿Soy yo el siguiente, verdad?
Yo: si, porque nosotras venimos juntas y ya se lo diremos todo junto a este chico que me está atendiendo.
La abuela: (que entra en escena sin que nadie la llame, como hacen los abuelos de otros, los que no conoces. Tus abuelos nunca harían eso) Pero mire, aunque no fuera usted el siguiente, estas chicas le dejarían pasar a usted, ¿no es verdad, niñas?
Yo: (me acabo de quedar muerta) ¿Perdone?
La abuela: sí, que lo dejaríais pasar aunque no le tocara, porque es mayor, ¿verdad?
Yo: pues no, señora. (La mujer se queda parada y pone cara de no entender en qué parte falló su discurso) Yo le doy la razón a quien la tiene. (¿Cómo? ¿Cómo que razón? Somos mayores, ¿no es eso razón suficiente?) Si le tocara a él, como es el caso, le dejaría pasar. Si no, tendría que esperar su turno. Vamos, digo yo.
La adorable anciana se ha ido convirtiendo en Lex Luthor mientras he ido hablando. Salgo despavorida por la puerta con mis fotocopias.

SITUACIÓN B (tras un frugal desayuno en la mesita de una cafetería nos levantamos serviciales a abonar la consumición en la barra)
Yo: ¿cuánto es lo mío, por favor?
Camarera: 2’10. (Coge el dinero y se va. Vuelve con el cambio)
Yo: perdona, creo que me has cobrado de más…
Camarera: no. Son 2’48.
Yo: me acabas de decir 2’10…
Camarera: sí, pero eso es sin incluir el 10% de suplemento en mesa (Me caigo al suelo)
Yo: Eeeehh… ¿ese suplemento no es sólo para la terraza?
Camarera: no. Siempre se cobra. El servicio del camarero se cobra siempre. A no ser que estés sentado en la barra. (Lógica aplastante)
Yo: ah, claro… porque si estás sentado en la barra eres tú el que te pones el café y te tuestas el croissant. El camarero no interviene en nada. Claro.
La camarera me mira con odio y coge el dinero de otro para cobrarle su desayuno y su suplemento.
Desde luego, soy una temeraria. A quién se le ocurre razonar hoy en día. Me está bien empleado...

lunes, 11 de febrero de 2008

Señora, ¿podría indicarme por dónde queda el punto medio?

Soy radical. Y simpática. Y me gusta disfrutar de la vida. Por eso cuando me caigo, me caigo con todo el equipo. Con toda mi simpatía y mis ganas de disfrutar. Lo peor son los demás. Esos que en cuanto te ven o te oyen lo notan. Saben que algo me pasa e intentan animarme exigiéndome que sea la misma de siempre sin darse cuenta de que esas frases hechas y la psicología de mercaíllo no van conmigo. Así no me animaís.
Otra de las tempranas enseñanzas de mi padre fue aquella de "en el punto medio, hija mía, está la virtud". Pues no lo encuentro, padre, no lo encuentro.



Por cierto, os pediría a todos los que pasáis por aquí, así en letra pequeñita, que me dejaráis comentarios en lugar de decirme por teléfono lo mucho que os gustan mis post. Ya sois muchos los que usáis esa técnica y, si me quereis, mejor escribidme.

jueves, 17 de enero de 2008

No hay derecho

¿En qué momento de los últimos meses o en qué universo paralelo "córtame el flequillo a la altura de las cejas" se convirtió en "córtame el flequillo en el nacimiento de la frente"? Y ahora, porque a ti, peluquerilla cani que vas de estilista pero no tienes ni un fp, te da la gana tendré que estar un mes poniéndome el pelo para atrás con gomina para que no me confundan por la calle con una del comando Vizcaya. Muchas gracias.

domingo, 13 de enero de 2008

Rabillos de pasa....

...que dicen que son muy buenos para la memoria. Es curioso el funcionamiento de la mente. En general tengo una memoria excelente para fechas, caras y, en fin, todo tipo de recuerdos. Además tengo recuerdos desde muy pequeña. Sin embargo, hay cosas y personas en las que no volvería a pensar jamas a no ser porque alguien me refrescara la memoria. Me pasó el año pasado con una persona, amiga de una de mis muchas compañeras de piso a lo largo de mis años de estudio, a la que me encontré en el auditorio del Conservatorio en Salamanca. Jamás habría vuelto a dedicarle ni un segundo de mis pensamientos si no llega a ser porque, qué pequeño es el mundo, me la encontré allí, en una ciudad que no es la suya ni la mía. Me pasó también con una conversación que tuve con mi padre hará como 10 años, de la que no habría vuelto a acordarme de no ser porque a mi hermano le hizo gracia y ayer me la contó. En realidad, escuchándosela a mi hermano me pareció genial y los dos nos partíamos de risa, así que la reproduzco, para que no se me vuelva a olvidar.

(Telediario hablando de las minas antipersona)
Yo: Papá, ¿Qué pasaría si un tanque pisara una mina antipersona?
Mi padre: Pues no pasaría nada. A ver, la mina explotaría, claro. Pero al tanque no le haría ningún daño, puesto que están blindados y para ellos es poca carga la de una mina antipersona.
Yo. Ahhhhh. Y, papá, ¿Qué pasa si una persona pisa una mina antitanque?
Mi padre: Pues tampoco pasaría nada, porque el peso de una persona no la haría estallar, al estar pensadas para presiones muy grandes.
Yo: aaaaahhh. Pero ¿y si me pongo a saltar sobre la mina haciendo toda la fuerza que pueda?
Mi padre: Cariño, yo no te recomendaría que hicieras eso...

Cuanta sabiduría en tan pocas palabras...

martes, 8 de enero de 2008

Yo, desde luego, no!

¡¡Grande Maitena!! Me encanta desde la primera viñeta que cayó en mis manos. Y es que solo una mujer podría mostrar (y, de paso, descojonarse de ello) como somos realmente. Sin embargo, leyendo esta me he dado cuenta de que yo no soy, en absoluto, así. Bien por un lado, puesto que eso me convierte casi por eliminación en un "ser no molesto". Pero, ¿es que acaso no soy una mujer? Pues si, pero cada día carezco mas de todos esos estereotipos que se nos suponen a las portadoras de los cromosomas XX. No me gustan los peluches. No me gusta que me abran la puerta del coche ni que paguen por mí en un restaurante. No lloro con las películas sensibleras y, de hecho, si puedo, ni siquiera las veo. ¿Será por eso por lo que sigo soltera? ¿No será, a fin de cuentas, que los hombres prefieren a un ser molesto? Para rehabilitarlo, para moldearlo o, simplemente, para quejarse de lo molestos que son. No sé, no sé.

martes, 1 de enero de 2008

Feliz 2008

Desde que tengo memoria, no hay Año Nuevo sin concierto de la Filarmónica de Viena y sin Marcha Radetzky. Alguna vez la escuchare dentro del Golden Hall del Musikverein.