martes, 10 de agosto de 2010

Cosas que hacer con 1'10 €

Con ese dinero puedes, a día de hoy, dar un reconfortante paseo en autobús por el centro y/o la periferia de Córdoba. Además, si sabes aprovechar las gangas, por el mismo módico precio puedes disfrutar de una experiencia en familia. Sí, sí, ¡Cómo lo oís! Que sea justo o injusto, es otro cantar. Que sea una medida de fomento del transporte público y la conciencia ecológica, también. Pero el cierto caso es que yo entro en el bus solita y desamparada sin nadie que me dé charla ni perrito que me ladre, pago religiosamente mi euro con diez céntimos y justo detrás entra una señora con todo su séquito: carrito de bebé doble, no le pregunté si eran gemelos o mellizos, niña de unos 3 años, bolsas de la compra... En total 4 personas, carrito que vale por dos, juguetes, bolsas, bolso que ocupan una superficie no menor a 4 metros cuadrados y va la buena señora (que no sé si será buena madre, así que no puedo adelantarme a opinar porque no la conozco) y paga ¡¡el mismo 1’1€ que yo!! Esto es fomentar la natalidad, y no el cheque-bebé...

domingo, 8 de agosto de 2010

No se puede vivir con un franco

Por circunstancias de la vida, en los últimos días he visto cuatro veces seguidas la película “Pájaros de papel” y puedo decir, con el corazón en la mano, que es una de las mejores películas que he visto. Si la hubiese producido Tele5, a estas alturas estaríamos hablando de la película más taquillera del año, pero me da la impresión de que ha tenido una acogida modesta, nada acorde con la calidad del film.


Como decía, la película me ha conmovido tanto como para animarme a escribir sobre ella en este blog. Yo, que soy de lágrima dura, no pude hacer otra cosa que sacar el paquete de pañuelos para secar el rastro que me provocaba la valentía, la inmensa dignidad de los personajes, la realidad cruel de la historia (que es un poco la historia de todos nosotros y de nuestros abuelos), la terrible pena por las injusticias.

Creo que, pese a tener menos de un año, ha nacido un clásico de la filmografía española.

Mi más sincera admiración para Imanol Arias, que no ha sido nunca, hasta ahora, my cup of tea. Al niño Roger, que tanta ternura y pena despierta. A Carmen Machi: es una pena que te reconozcan como Aída sabiendo hacer de Rocío Moliner o el impresionante papel de la Tortuga de Darwin. Mi más cálido aplauso al nunca suficientemente reconocido Miliki, que pone el broche de oro con una majestuosa interpretación y a Emilio Aragón, que hace bien todo lo que hace.

Hace días que no puedo dejar de tararear eso de “no se puede vivir sin un franco”.

jueves, 22 de julio de 2010

En esta nuestra comunidad

Hoy han intentado echarme de la piscina de una comunidad. Sí, sí, sí. Como lo cuento. ¿Cómo te quedas? Muerta, igual que yo. Claro. Y todo, ¿por qué? ¿Escándalo público? ¿Hacer pipí en la piscina desde el trampolín? ¿Bañarme desnuda? ¿Fumar crack sentada en la piscina infantil? No, ni mucho menos. Todo eso habría sido perdonable frente a mi gran pecado: ¡no identificarme a un vecino! El buen señor, que debe ser la alcahueta de la mancomunidad, no me ha reconocido como vecina y/o propietaria de alguna de las viviendas y me ha preguntado (que no es que le importe, pero le gusta enterarse) quién soy y qué vecino me ha invitado a darme un chapuzón estival. Yo, que, como los buenos periodistas, no revelo mis fuentes y no quería dar el nombre de mi tío (a la sazón, propietario de una vivienda con derecho a uso y disfrute de la piscina), le he dicho al señor que estaba allí honradamente y que no había tenido que forzar la cerradura para entrar, pero que eso era todo lo que necesitaba saber y que mi nombre era superfluo. Ni corto ni perezoso, me ha amenazado con llamar a la Policía. Aquello empezaba a adquirir tintes de tragedia griega, la tensión se cortaba. Pero como soy así de arrojada, le he respondido que no tengo problema alguno en que lo haga y en darle a ellos mi documentación, puesto que ellos sí tienen autoridad para pedirme que me identifique. Lo mejor, la respuesta del ocioso sexagenario: “¿Cómo que yo no tengo autoridad? Soy propietario, pago el recibo todos los meses y el año pasado fui el presidente de la comunidad”.
¡Ahí está! Esta mañana he discutido con Juan Cuesta, en sus buenos tiempos.

martes, 20 de julio de 2010

Cosas que he aprendido en Bélgica


Que algún tuerto me ha mirado para tener la mala suerte de que en todos, absolutamente todos mis viajes en tren me toque en el vagón a un niño llorón y chillón de los que detesto. Que ser madre y hacerle “ssssssshhhhh” a tu hijo chillón para que se calle tiene nula efectividad. Que se pueden tener 27 años físicos y 13 mentales. Que comprar 4 chorradas para la cena en un supermercado sale por 32 euros.. He aprendido también que la vida se paraliza cuando cierran las tiendas a las 6 de la tarde y ya no se ve un alma en la calle, aunque todavía queden casi 4 horas de sol. Que quepo en el tambor de una secadora. Que me encanta ver los partidos de fútbol fuera de mi país y que he sido capaz de comprarme una camiseta de España y de pintarme la cara con la bandera. Que 40 minutos son más que suficientes para acaparar la mesa de una terraza y que, pasado ese tiempo, es legítimo que te echen. Lo que es el Ommegang. Que 3 de cada 4 tiendas venden chocolate.


He recordado que todo el país huele a dulce y que hay tantos acompañamientos para gofres como días tiene el año y tantas cervezas como peces hay en el río, que Brujas es una ciudad preciosa que merece mucho más que un día de estancia, que Bruselas respira vida y ganas de vivir por todos sus bellos rincones... y que estoy deseando seguir viendo mundo.




domingo, 27 de junio de 2010

Últimamente ando algo perdido...

... Que diría el bueno de Ismael. Y a mí no me han vencido viejos fantasmas ni nuevas rutinas. Simplemente es desidia. De esa que tanto he odiado siempre. Pero bueno... Como suele decirse, ¿qué le vamos a hacer? Pues, obviamente, la lógica respuesta a esa pregunta retórica siempre es "¡Hacer algo, coño! Ponerle remedio". Y sí, en esas andamos... En ponerle remedio. De repente, ojeando el blog de bodas de mi prima he visto su enlace al mío y ¡oh, no! la última entrada es de hace 6 meses. Que se dice pronto pero pasa lento... O rápido, según de quién sean los meses. Los míos pasan por semanas: unas invisibles por la rapidez, otras eternas.

Y, sincera e inmodestamente, creo que tengo muchas más cosas que decir que hace un año, pero mucho menos tiempo.

Y ahora que me he confesado, prometo enmendarme. Amén