miércoles, 21 de noviembre de 2007

El Principito

Cuando estaba pensando en este post antes de ponerme a teclear he pensado que, en realidad, tirando del hilo podría hablar de muchas cosas hoy. Podría decir que los libros “para pensar” son una de las muchas cosas que me gustan pero que, realmente, no necesito. Podría disertar sobre lo mucho que gusta en los colegios dar a leer “El Principito” en la primaria cuando, realmente, es un libro para adultos con el que puedes replantearte tu vida de arriba abajo un par de veces en cada página. Podría también rememorar viejos tiempos en campamentos y acampadas con la compañía de esos textos. Y muchas otras cosas. Sin embargo, hablaré de la belleza per se, a la luz de este trocito del libro:
(He leído varias traducciones con matices diferentes, pero…)

¡Ah, Principito! Así comprendí poco a poco tu pequeña vida melancólica. Tu única distracción durante mucho tiempo fue la dulzura de los atardeceres. Me enteré de este nuevo detalle en la mañana del cuarto día, cuando me dijiste:
- me gustan mucho las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol…
- pero tenemos que esperar
- ¿Esperar a qué?
- A que el sol se ponga (…)

En tu pequeño planeta bastaba con mover tu silla unos pasos para poder contemplar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…
- ¡Un día vi al sol ocultarse cuarenta y tres veces!

Poco después agregaste:
- Sabes, a uno le gustan los atardeceres cuando se siente verdaderamente triste
- El día de los cuarenta y tres atardeceres, ¿estabas en verdad triste?
El principito no contestó.

No todo en la vida tiene que tener un superfondo. Hay veces que algo nos gusta porque sí. A mí me gustan los atardeceres porque son bonitos. Son bellos. No tengo que sentarme en un risco a mirarlos y olvidarme de que existe un mundo. Hay canciones que me gustan pero no me recuerdan a nadie, hay vestidos de los que me enamoro sin pensar en cuando me los pondré, hay ficciones que me emocionan.
Es pura estética. Simplemente miro y me deleito. Sólo muy de vez en cuando siento algo lejanamente parecido al Principito. Sólo a veces un atardecer es una excusa para reflexionar profundamente. Me encantan.



En alguna de parte de Mallorca, hace poco

PD: "No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos"

1 comentario:

Javier Sánchez dijo...

Te sonará a gilipollez, pero nunca me he sentido con ganas de leer el principito...creo que es un libro que merece ser regalado (oída indirecta?)...lo tengo y lo he leído por encima, pero curiosamente me recordaba a libros de pensar rollito Bucay...será que no soy un cultureta...